Me gusta que los planes salgan bien. Esta era la frase favorita de un entrañable personaje de ficción de juventud. A mi, como a él, también me gusta, y es por eso que cuando preparo una salida con objetivo, intento planificarla para poder tener éxito.
Desde hace ya tiempo tengo una imagen que me ronda por la cabeza. Una visión protagonizada por grupo de árboles inundados en su base, con su reflejo sobre el agua, envueltos por una suave niebla y en un momento de amanecer. Un sueño es un sueño dicen.
Para esta imagen conozco un bonito lugar en el pirineo, el Estany Noir (lago negro) de Bulloses. Y el momento que imagino es en otoño.
El primer viernes de Noviembre consulté mi web metereológica favorita y parecía que al día siguiente podían darse las condiciones. De forma que me levanté muy prontito y me desplace a la zona.
Desde el aparcamiento deben andarse unos 40 minutos hasta el lago. Durante ese trayecto, y pese a ser aún de noche, ya comenzaba a vislumbra que la niebla quizás no estaría allí.
Al llegar mis temores no solo se confirmaron, sino que empeoraron. La escasez de lluvias de los últimos meses hacia que los árboles no estuviesen cubiertos por el agua como hubiese sido lo normal.
Para colmo de mi desgracia, la mañana era nubosa. Muy nubosa. Tanto como para no hacer visible ningún tipo de luz cálida.
Cero de tres. Fracaso total pensé. Pero ya estaba allí, y opté en buscar algo que me llamase la atención mientras rogaba por un golpe de suerte y que al menos algo de niebla hiciese acto de presencia.
Recorriendo la orilla lo vi. En la quietud. Lo miré y lo remiré, comenzando a reconocer la suerte que en realidad tenia.
Un fotógrafo al que admiro es Niall Benvie. En su portafolio pueden verse imágenes de animales y plantas sobre un fondo totalmente blanco, obteniendo un resultado impactante y precioso.

De esta forma cambie mi visión inicial por otra.
El reflejo de las nubes en el lago y la luz natural del momento, quizás podrían permitirme envolver mi hallazgo y su reflejo en el blanco inmaculado de la nada.
Monte el trípode. Asegure la cámara. Corregí varias veces el encuadre. Fije dos filtros para ayudarme a controlar el contraste y la exposición. Ajuste los parámetros. Y finalmente realice diferente intentos hasta quedar satisfecho con la imagen que inicialmente no andaba buscando.
A veces sucede que la mala suerte no lo es en realidad ☺.

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